Todas las tardes del mes de julio eran iguales en Rhode Island. Después de bañarnos en el lago o en el mar nos preparabamos para irnos a cenar. Unas veces hacíamos una barbacoa en el jardín de atrás, otras veces cenábamos en un puesto al lado de Narraganset Beach, y una vez cada dos semanas nos iban a cenar pizza, lo cual era una fiesta.
Kikapoo pizza estaba a 40 minutos de distancia en coche, un viaje tranquilito, carreteras rectas y pobladas de pinos. Mientras que discurriamos por las carreteras interestatales, la boca se hacía agua pensando es la deliciosa pizza con pepperoni que ibamos a degustar: una masa finita, tomate frito con oregano y albahaca, cebolla, pepperoni y aceitunas negras. Un clásico, que por mucho que variasemos, esa era la mejor, la que nunca fáltaba. Un clásico de Kikappoo.
El sitio no era bonito, sino diferente. Estaba regentado por una pareja de indios mayores dentro de una reserva en Conneticut, las mesas eran antiguas y las sillas de hierro muy pesadas. En las paredes habia colgado todo tipo de cuadros y retrato que recreaban la vida de sus ancestros, plumas, trajes de piel, retratos del antiguo jefe junto con un sin fin de artilugios extraños para mí.
Los manteles no existian, los cubiertos de plástico junto con los platos y las servilletas de papel completaban toda la mesa.
La pizza venía recien hecha ( previamente encargada por teléfono), en una bandeja de cartón, con un rico queso mozzarella en la superficie, desbordaba al intentar separarla por porciones y un aroma a orégano que llenaba todo el ambiente.
El refresco por jarras, al igual que el agua. Nosotros la comíamos aderezada con un poquito de guindilla troceada, pues habia un tarro en la mesa con el que nos servíamos.Tanto su sabor, su olor, como el lugar y la compañía, eran especiales, algo difícil de olvidar.
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1 comentario:
tu si que eres inolvidable
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